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Una experiencia distinta

 
Post #1


Una experiencia distinta
Esto me sucedió hace un par de años, en primavera. Tuve que desplazarme a Londres por motivos de trabajo y en esos días contacté con Marian y con Luis, dos amigos que trabajaban en el mismo sector, para que me enseñasen la ciudad y me echaran una mano con el alojamiento. Llegué a Londres en un día lluvioso, por la mañana, y tras un paseo con mis amigos, fuimos a comer. Pero por la tarde comencé a sentirme mal, bastante cansado y con dolor de espalda. Al día siguiente por la mañana acudí a la reunión de trabajo que tenía prevista, pero me dolía todo el cuerpo, no sé si a causa del vuelo, de la humedad o simplemente por cansancio. El caso es que fui a cenar con Marian y con Luis, que en seguida notaron mi mala cara. Marian me preguntó qué me pasaba y se lo expliqué. "No te preocupes" me dijo "mañana sábado hablo con Yong, una amiga nuestra que es masajista, y seguro que puede hacerte un apaño para que pases el fin de semana". En seguida lo agradecí "pero no quiero ser una carga, ni m*****ar a tu amiga" "No es m*****ia", dijo Marian, "ahora mismo la llamo".
Tomamos unas copas tras la cena y Marian recibió un mensaje de su amiga, diciendo que me recibiría el sábado a las 11. "Ya verás, es fantástica con las manos, te va a dejar nuevo". Aquella noche dormí fatal, pero pensaba que al fin y al cabo al día siguiente probablemente estaría mejor.
A las 10 vinieron a buscarme al hotel Luis y Marian, empeñados en acompañarme a ver a la masajista. Me llevaron a un lugar bastante lejano, casi a las afueras de la ciudad. Allí nos recibió una chica de rasgos ligeramente orientales (eso suponía, por su nombre). Me quedé mirando para ella un rato, y Marian en seguida me puntualizó "Su padre era coreano, pero ella vive aquí desde que nació, hace 25 años. Y por cierto, no te preocupes por el inglés, habla español perfectamente."
"Hola" me presenté "encantado de conocerte"
"Hola, soy Yong, Marian me ha dicho que estás un poco cargado... por qué no pasas a la sala y te tumbas en la camilla un segundo?"
Asentí y accedí a una pequeña habitación blanca, donde estaba la camilla, con todos los utensilios propios de la masajista. La camilla era grande, con una abertura para colocar la cabeza. En la parte final de la habitación había un espejo muy grande, y a la derecha un mueble con cajones, todo blanco.
Me acosté boca arriba, esperando a la masajista. A los pocos minutos, entró. Vestía una chaqueta blanca y un pantalón blanco, flojo, y unos zuecos de enfermera, también blancos, debajo de los que pude vislumbrar unas medias blancas. La chica era atractiva, morena, no muy alta, pero con un precioso pelo liso negro. Eso sí, unos dientes perfectos que mostraba constantemente en una enorme y dulce sonrisa.
"Quítate la ropa y ponte esto" me dijo mientras me daba el pequeño tanga de papel que te ofrecen en estos sitios. Obedecí y me coloqué de nuevo, esta vez boca abajo, siguiendo sus indicaciones.
El masaje fue fantástico, más de 45 minutos de relajación intensiva... hacia el final, me pidió nuevamente que me pusiera boca abajo, y comenzó a usar sus brazos sobre mi espalda. Yo veía el suelo a través del pequeño hueco de la cabecera de la camilla, y pude ver sus pies delante de mí. Al momento, se detuvo, y escuché como manipulaba algo, no le di importancia y comencé a sentir sus brazos, finos, sobre mi espalda, y cómo el pecho se apoyaba en mi cabeza. Me sentí extraño al percibir sus pechos sobre mi cabeza, mientras sus brazos seguían moviéndose por mi espalda, aunque reconozco que comencé a excitarme. De pronto, vi cómo la chaqueta blanca que ella vestía estaba en el suelo, cerca de sus minúsculos pies. Justo en ese momento ella paró. Pero no dijo nada. A mí me había subido el pulso, solo de imaginar que sus tetas y mi cabeza habían estado separados por un sujetador. Mientras yo intentaba controlar mis instintos, observé de nuevo que sacaba los pies de los zuecos, mostrando unos minúsculos dedos forrados en unas medias blancas. Nuevamente se aceleró mi pulso al tiempo que la presión de sus brazos sobre mi espalda descendía. "¿Estás cómodo?" susurró. Casi no acerté a contestar... "me alegro, me gusta verte relajado y recuperándote".
Su voz era tenue, sensual, muy femenina... y Marian tenía razón, hablaba un perfecto español. Todavía sin volverme, le dije "Muchas gracias por todo, ya me siento mucho mejor", a lo que ella contestó "cariño, casi ni hemos empezado..."
Aquellas palabras, con lo que ya había pasado e imaginado antes, provocaron que me excitase mucho más, de modo que me empalmé, y mi polla erecta se salió del minúsculo tanga de papel. "Ya puedes darte la vuelta, cielo" me dijo al oído... Como imagináis, no sabía cómo hacerlo, empalmado, desnudo y con una masajista de ensueño susurrándome cosas... Así que levanté la cabeza para girarme, y mientras tanto empecé a decir "lo siento, es que... son cosas... que...", pero rápidamente ella me puso su dedo en la boca. Entonces pude ver que estaba en ropa interior, también blanca, unas bragas bonitas, un sujetador a juego y medias blancas hasta las rodillas. "Tranquilo, date la vuelta y quédate boca arriba, yo seguiré trabajando..."
Me volví siguiendo sus instrucciones, sin perderla de vista, y vi cómo se acercaba a mi polla, que había quedado a la vista. "Hmmm qué buen aspecto... vamos a ver cómo está..." Casi sin darme tiempo a reaccionar, se dobló sobre la camilla y comenzó a chuparme la polla, despacio al principio, sin alardes, pero poco a poco comenzó a comerla entera, hasta que vi y sentí cómo su barbilla chocaba contra mi muslo. Su pelo ondeaba con cada subida hasta la punta, y de nuevo vuelta abajo. Me estremecí y las piernas me temblaron. No había tenido sexo en una semana, e intenté pensar en cosas desagradables para no correrme; entonces, como si me hubiera leído la mente, cogió mi polla con la mano y apretó fuerte en la base, cortando toda posibilidad de que eyaculase. "Ya está, guapo, ahora estás listo para darle a tu niña lo que quiere".
Mi corazón iba a mil, y peor se puso cuando llegó a la altura de mi cabeza. "Vas a darme por el culo, pero necesito prepararme primero. No te muevas, ¿vale?". Mi polla estaba a punto de estallar, así que no sabía que hacer para aguantarme. Yong me miró de nuevo, sonrió y me dijo "Sé que lo estás pasando mal... si te dejo correrte ¿podrás follarme de nuevo como te he pedido cuando esté lista?" No dije nada, sólo asentí. Ella volvió a mi polla, y empezó a comérmela, esta vez de forma incontrolada. Me corrí en su boca casi al instante.
Ella se levantó, de nuevo sonriéndome de forma dulce, y se dirigió a la parte frontal de la habitación, cerca del espejo. Se sacó el sujetador y pude ver ligeramente sus tetas, firmes, del tamaño justo, que se movían al son que marcaban sus brazos, mientras éstos urgaban en los cajones buscando algo. Mi polla palpitaba y volvía a su estado natural, expulsando todavía gotas de semen. Entonces la vi coger un pequeño dildo del cajón, con una botella pequeña.
"Bueno, tal y como te he dicho, necesito preparar mi culo... no te lo he preguntado, pero ¿te gusta mi culo?" Mientras me decía esto, bajó ligeramente su braga, sin llegar a quitársela, de forma que podía ver sus nalgas. Las separó y vi su culo, perfectamente depilado, del mismo color miel que el resto de su piel. "Me encanta" balbuceé... "Es lo que quería oír" me dijo. Abrió la botella y vertió parte del contenido sobre su mano derecha "es un poco de lubricante, no te preocupes, que ya me encargo de tu polla". Se untó bien el ano con su mano, y luego la llevó a mi polla, cubriéndola por completo de lubricante. Ni que decir tiene que solo con eso consiguió ponérmela dura de nuevo. "Veo que cumples lo prometido... hmmmm" dijo sonriendo. Tomó el pequeño dildo, y, con las bragas colocadas justo al final de sus nalgas, lo metió en el ano. Yo miraba estupefacto, excitadísimo, viendo a aquella mujer de belleza inimaginable metiéndose un pequeño consolador con su mano derecha mientras con la izquierda me masturbaba lentamente.
Tras unos minutos, ella empezó a gemir. "Estoy lista" dijo, volviendo su cara hacia mí. "Y veo que tú también..."
Con la mano me indicó que me levantase, mientras ella se colocaba doblándose sobre la camilla, con los pies en el suelo, apoyando las manos en la camilla y separando ligeramente las piernas. Me puse a su espalda, cogiendo mi polla y sus bragas. "Espera" me dijo "No me las quites de momento, métemela con las bragas así". Ni lo dudé, y acerqué mi polla a su ano, mientras ella colocaba mis manos en sus tetas. Acaricié sus pezones y empujé.. mi polla entró suavemente, mientras ella emitía un gemido de placer y sus pezones de endurecían como dos pequeñas rocas en esa meseta blanda. "Ahora, fóllame".
Empecé a moverme, despacio al principio, pero apurando poco a poco, viendo cómo sus nalgas ondeaban con cada embestida de mi polla, sintiendo el movimiento de sus tetas y escuchando cómo sus gemidos iban a más. Su mano derecha se posó en mi cadera y empezó a tirar por mí "más fuerte, necesito más!" me decía, así que seguí empujando, pero le advertí "Yong, me voy a correr... esto es demasiado... me corro ya..." Ella volvió su cabeza con una leve sonrisa "lléname, cielo, dame tu leche, pero déjamela bien adentro..."
Di un último empujón y solté mi segundo orgasmo de la mañana, sintiendo cómo mi semen se alojaba en aquel culo perfecto. Saqué mi polla y vi su ano abierto, lo cual me mantuvo excitado. Tras unos segundos, y recuperado el aliento, Yong se volvió y me miró a los ojos. "Ahora me gustaría correrme a mí, ¿me ayudas?" "por supuesto", contesté. "Está bien" me dijo "quítame las bragas, por favor". Obedecí agradecido y tiré de sus bragas para abajo... sin poder creer lo que estaba viendo, descubrí una polla sin circuncidar, de piel morena, cubierta por un finísimo vello negro, y con un tamaño visiblemente mayor al de la mía. Nunca había visto nada parecido, pero, en contra de lo que podría pensarse, ver aquella polla enorme, empalmada, delante de mí no sólo no me resultó desagradable, sino que provocó que mi erección se mantuviera. "¿Sorprendido?" me preguntó con cara inocente. "Sí, pero debo reconocer que gratamente..." susurré. Yong sonrió nuevamente, satisfecha al ver que accedería a sus deseos. Me agaché y me metí aquella enorme polla en la boca, intentando llegar hasta la base, pero sin conseguirlo, sintiendo cómo su glande humedecido se clavaba en mi garganta. Mientras le chupaba la polla, Yong agarraba mi cabeza, empujándome contra ella, lo cual me excitaba aún más. Metí dos dedos en su culo mientras seguía chupándole la polla, con lo que dejó de gemir para empezar a gritar. Cuando pensé que iba a correrse dentro de mi boca, me empujó hacia atrás, y mordiéndose el labio me dijo: "Túmbate en la camilla"
Lo hice, y se puso enfrente de mí. "Ahora abre las piernas, deja que te lubrique... ¿eres virgen?" Asentí de nuevo, y ella sonrió dulcemente... comenzó a untarme con lubricante suavemente, introduciendo poco a poco un dedo dentro de mí, luego otro... su polla parecía incluso más grande vista desde mi posición. Me cogió de las piernas y tiró por mí hacia ella, de modo que mi ano sintió la punta de su glande. Mi corazón iba a mil, y ella, sin dudarlo, empujó su polla abriendo mi culo; sentí una mezcla de dolor y placer, de sumisión y poder, de necesidad de expulsarla y de quererla más adentro... Yong apoyó sus manos en mi pecho y siguió empujando aquella polla interminable dentro de mí... sentí que mi culo se partía en dos, mientras ella continuaba empujando. Por fin se detuvo "Está toda dentro, amor ¿cómo te sientes? ¿quieres que salga?" preguntó con voz tenue. "Quiero que me lo destroces!!" respondí, ciego de excitación. Yong sacó su lengua y empezó a moverse, entrando y saliendo, sin parar, agitando sus caderas... el movimiento de su culo y de sus tetas, bamboleando con cada embestida, me tenía hipnotizado, mientras mi culo daba de sí acogiendo aquella polla enorme que no dejaba de horadar mi interior. Fue aumentando el ritmo mientras sus gemidos nuevamente se hacían mayores "Córrete, Yong, quiero que te corras!" exclamé "¿Puedo hacerlo dentro?" preguntó "Lléname!!!"... Entonces dio una última embestida y me clavó su mástil casi hasta el estómago... sentí las palpitaciones de su polla escupiendo semen mientras ella tensaba su minúsculo cuerpo... sus tetas alzadas por la tensión y sus huevos pegados a los míos, después de habérmelos martilleado durante el polvo.... Una gota de sudor cayó de su frente y, con la mano derecha, comenzó a masturbarme. Yo no me había dado cuenta, pero estaba totalmente empalmado (desconocía que pudiera estarlo con aquella cosa en mi interior) y me hizo correrme en su mano. Los espasmos al contraer mi esfínter me recordaron que su enorme polla aún estaba dentro de mí... cuando terminé, ella se retiró, sacando su polla con cuidado, aunque no lo sentí. "Te ha quedado muy abierto... ¿te importa que me quede un recuerdo?" "¿A qué te refieres?" "Me gustaría hacerle una foto" "Claro, por supuesto"
Separé mis nalgas y Yong fotografió mi culo abierto. Entonces, sentí cómo el semen empezaba a salir, resbalando hacia afuera, y ella se lanzó a lamerlo, lamiendo igualmente mi agujero dilatado, metiéndome la lengua como un perro que cura sus heridas. "Ha sido fantástico" me dijo. Yo estaba en shock, pensando que el mejor polvo de mi vida había sido tras una enculada con la polla más grande que había visto jamás. "Vístete, creo que Marian y Luis nos están esperando"
Aquello me desconcertó aún más... Salí detrás de Yong, pero no me llevó a la salida de la clínica, sino a una habitación contigua. Abrimos la puerta y allí estaban Marian y Luis... y otros dos hombres... y descubrí con espanto que estaban mirando todo lo que había sucedido en la habitación contigua, a través del espejo, que resultaba ser una ventana... "Bravo, Fran" me dijo Luis con un leve aplauso "has estado fantástico" Yo permanecía con la boca abierta, sin saber qué decir. Marian estaba en el suelo, con un collar alrededor de su cuello, y éste conectado a la pared con una cadena, casi sin poder moverse. Me miró y sonrió, pero no dijo nada. "No puede hablar" dijo Yong. "Cuando entra aquí, pasa a ser nuestra esclava, ¿verdad Luis?" Luis asintió, mientras los otros dos hombres permanecían quietos, desnudos, impasibles... No podía ni imaginarme lo que allí se tramaba, pero si queréis averiguarlo, no os olvidéis de puntuar mi historia...
Por cierto ¿se os ha pasado el dolor de espalda?
08-01-2024, at 02:14 PM
Alýntý
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