La delgada linea del pudor

La delgada linea del pudor
El pudor y la identidad son conceptos profundamente ligados al ser humano y un tema tan antiguo como lo es la sociedad, presente en la vestimenta, adornos y en casi cualquier manifestación cultural. Es una paradoja entre lo visible y lo secreto, entre lo privado y lo público. Es una frontera cultural que exhibe la identidad y pertenencia.
Un día soleado y húmedo de verano, paseando entre las maravillas florentinas y en una galería descubrí el más grande arrebato de pudor. frente a mi se encontraba una obra de arte, la escultura de Hércules del palacio de los oficios, la delicada y potente talle causó en mi una atracción tan fuerte que no dejaba de maravillarme, en un instante aquella obra había provocando en mí tal erección que no podía ocultar mi bulto y mi pene perfectamente visible. Esa magnética fuerza, la masculinidad plasmada en mármol de cada músculo y la total seguridad de un Hércules mostrando su desnudez, marcó en mi un deseo por aquel hombre maduro, apoyado sobre el aquel jabalí y piel de león, su mano derecha es llevada atrás cual filme de porno, mostrando su sexo, toda la escultura centra en su abdomen y entrepierna, en una lectura de fuerza y tensión sexual.
Sin saberlo mientras yo seguía en ese éxtasis erótico, detrás de mi, un hombre me devoraba con su mirada, un espécimen de hombre idéntico a la escultura, como si fuera el mismo modelo que posó para el artista. Posiblemente aquel hombre cobraba por fotografiarse con turistas, de la misma manera en que estudiantes representan personajes famosos en los espacios públicos, es algo que no sabré, ni su nombre, solo sentí esa mirada penetrante, esa hambrienta y dulce expresión que estilaba de sus ojos y como caía sobre mí, como me desnudaba, sus ojos con igual fuerza que los brazos de Hércules me abrazaban y me sometían. Podía oler su humor de macho en cada una de sus pupilas dilatadas.
Entonces petrificado por un miedo inconsciente, inmóvil cual presa en medio del bosque, mire aquellos depredadores ojos verdes por una eternidad. Presa del pánico seguía ahí sin respirar, sin saber que hacer, seguía petrificado y cautivado, devorado por aquel atractivo semental, 10 minutos o media hora, no lo sé. De pronto un grupo de turistas asiáticos irrumpió en la sala , rompiendo aquel contacto visual, desperté de aquel hechizo, con la cara roja, avergonzado y aún erecto de mi miembro, salí a tomar aire. Un estupor me invadía y nublaba el pensamiento, donde solo podía recordar esos salvajes ojos verdes y cada músculo de aquel hércules.
Me invadió un miedo irracional a perder aquellas esmeraldas montadas en el rostro de un hombre perfecto, seguido de una parálisis, pensé en gritar, sentía que mi cerebro daba instrucciones de movimiento a mis piernas y brazos, más estos no se movían, pensé en aquellos pacientes de hospitales inmóviles donde solo se pueden comunicar por el parpadeo de sus ojos, y que alguna desgracia como aquellas me había sucedido en medio de una plaza italiana. Al mismo tiempo pensaba si todo aquello era un sueño, pero todo era tan real , sentía el calor del sol por la mitad de mi rostro, y cada latido de mi corazón, ¿sería un ataque de pánico? quizá por el profundo miedo de encontrarlo y no saber que hacer. No lo sé. pasó un par de segundos y recuperé la movilidad, regresé a la misma galería con el corazón en mi garganta. y ahí estaba Hércules frente a mi, la misma escultura impactante, provocando una mayor erección, tomé la foto y con ella atesoro aquel momento que fui presa de un hombre perfecto, de sus salvajes ojos verdes y de sentir pudor y vergüenza, sentir que soy un a****l igualmente salvaje.